La escalera es un elemento que impone sus rigores. Su propia condición obliga a pensarla en tres dimensiones, y esto implica un esfuerzo adicional para el que proyecta. Su espacialidad le es propia de una forma que podríamos llamar irreductible. De esta condición provienen también sus sugerentes cualidades plásticas, que el barroco explotó en forma acabada. Desde que Miguel Ángel realizó aquella mítica de la Biblioteca Laurenziana, todo aquel que se enfrentó a una escalera, por sencilla que esta fuera, se sintió un poco escultor y algo poeta.

Es que las escaleras, como propone Led Zeppelin, siempre guardan un sentido de trascendencia.