En un viejo artículo de Casabella, Vittorio Gregotti sostenía que “la palabra precisión esta toda referida en su significado a la capacidad de medir con exactitud” (Vittorio Gregotti, “Della precisione”, Casabella, n° 573, nov. 1990). Esta reflexión vuelve a nuestra mente mientras se construye Belvedere Garden, realizado en una estructura de acero. Aquí la precisión adquiere una relevancia inédita, y su importancia aparece tempranamente cuando los elementos se construyen en un taller con tolerancias milimétricas, mucho antes que la obra tenga inicio. Esperamos poder alcanzar las resonancias estéticas y filosóficas que a partir del concepto de precisión elabora Gregotti con su singular agudeza. Mientras tanto lidiamos con sus aspectos concretos.
Estuvimos de visita en Asunción, ciudad entrañable que ofrece entre otras cosas la posibilidad de una reflexión sobre la materialidad, en particular la del ladrillo. Paraguay tiene una larga y rica tradición en su utilización de un modo poco convencional. El ladrillo siempre es asociado a la masa, desde los antiguos romanos hasta las proezas de Louis Kahn. En Paraguay, sin embargo, este material, de honestidad inquebrantable, adquiere formas y fines muchas veces impensados y hasta poéticos, poniendo en juego su incansable versatilidad.
La arquitectura es un lenguaje y, como el literario, tiene distintos géneros para expresarse. La extensión de una novela permite ampliar el texto hasta la desmesura; un cuento, en cambio, exige una férrea austeridad. Proust no es lo mismo que Borges. Hay edificios que permiten desarrollar distintos temas; otros en los que es necesario ser concretos. Este último es el caso de Quartier Lacroze, donde optamos por hacer hablar solamente a la sucesión de losas de hormigón y no muchos más. El espacio define las posibilidades del lenguaje.
Que el arte que se incorpora a un edificio guarde una estrecha relación con el lenguaje que este propone, es una intención válida. Una búsqueda que rememora el antiguo anhelo de la fusión de las artes. Este fue el camino que recorrimos con el mural que decora el hall de acceso de Quartier del Bajo. El Estudio y el artista, Bernardo Ezcurra, trabajamos juntos para lograr ese objetivo. Solo queda esperar que quienes en el futuro visiten el edificio aprecien el resultado tanto como nosotros disfrutamos el recorrido.
“Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” es un conocido ensayo de Nietzsche. Su recuerdo surge cuando, cada vez más asiduamente, nos enfrentamos con sustitutos de los materiales naturales. Piedras que no son piedras, madera que no es madera, acero que no es acero. Sustitutos que incluso adquieren a veces la forma de los mismos materiales ya envejecidos. Estamos en el terreno del simulacro. La pregunta por la verdad y la mentira en sentido estético surge inevitable. Si bien intentar una respuesta es particularmente complejo, parece importante que resuene en la conciencia al menos la pregunta.
Es cierto que la arquitectura se nutre largamente de todas las manifestaciones del arte, entre ellas, en modo particular por su preeminencia visual, del cine. Quizás esta relación pocas veces haya alcanzado una simbiosis tan acabada como en Perfects days, el último trabajo de Wim Wenders, tanto sea por su contenido visual, que recorre los proyectos de la iniciativa de “The Tokyo toilet”, como por su espesor ético, que interpela en modo particular nuestra profesión. Su visión resulta ciertamente inspiradora y motiva la reflexión sobre lo que hacemos y más aún sobre cómo deberíamos hacerlo.
“Yo soy yo y mis circunstancias”, la conocida sentencia de Ortega y Gasset tiene su correlato directo en nuestra disciplina: “el proyecto, es el proyecto y sus circunstancias”. Dentro de ellas el sitio es ciertamente una de las más determinantes. Pero el entorno no se limita a un dato físico, sino que puede extenderse hacia algo más abstracto, como puede ser una idiosincrasia nacional. El Estudio, curiosamente se encuentra realizando una importante cantidad de trabajos en el Uruguay, tan próximo y al mismo tiempo tan diferente. Otros tiempos, otras formas, otras maneras para llamar a las mismas cosas. Circunstancias que recibimos como un aprendizaje y que nos enriquecen: “¡Vamo arriba!”.
Aunque el Estudio no detuvo su andar, enero es un mes que regala a los que se quedan en la ciudad una resonancia lejana de la playa. Las noticias, alguna parte de la familia, los amigos nos traen una insistente presencia playera que durante el año no tenemos. Curiosamente estamos proyectando, como nunca antes, una cantidad significativa de emprendimientos en la playa y la reflexión entonces se intensifica. Costa del Este, Colonia, Punta del Este, Pinamar. La playa impone sus rigores al proyecto: climáticos, materiales, de uso. A darle respuesta nos avocamos con perseverancia, pero de un modo especial en el verano, que produce una especia de empatía con la playa, empujada por el deseo de estar allá.
Todos los fines de año obligan a un repaso, aunque, por su peso específico, no todos los años son iguales. Este que termina fue para nosotros uno de los más significativos, en nuestros casi 40 años de vida. Mudarnos no solamente implicó un cambio de espacio, sino, creemos, provocó una fractura en el discurrir del tiempo. Una apuesta por ampliar nuestros horizontes en el sentido más amplio del término. Recibimos el próximo año con mucha esperanza y, aunque sabemos que el futuro presentará dificultades, estamos confiados en que las superaremos. Y despedimos el 2023 con enorme gratitud, deseándoles a todos los que lo compartieron con nosotros una muy feliz Navidad.
Ante la inminente resolución de la contienda electoral, parece oportuno hacer una reflexión sobre la relación entre la política y nuestra práctica profesional. Ciertamente que la primera incide sobre la segunda y la discusión política está presente en nuestro trabajo diario, a veces apasionadamente. El Estudio es un ámbito plural y heterogéneo, donde conviven distintas visiones sobre el destino de nuestra patria, algunas muy antagónicas. Sin embargo, esto nunca ha sido una causa que socavara nuestro compromiso profesional y menos aún nuestra relación personal. Cada uno, desde su punto de vista, mira el futuro con preocupación, pero también con esperanza y el convencimiento de que la Argentina superará, como tantas otras veces en el pasado, la difícil coyuntura. Por nuestra parte seguiremos, Dios mediante, tratando de crecer y de seguir buscando respuestas mejores a los problemas que nuestra disciplina nos plantea.