La palabra “distrito” se ha impuesto en los últimos años para denominar algunos emprendimientos. Suena bien y moderno, pero su significado permanece impreciso. A veces nombra lo que ocurre en algún sector de la ciudad, otras solamente una parte del tejido, que mantiene una cierta cohesión. Se podría decir que hay un sentido funcional y otro formal, para echar mano del viejo antagonismo de la teoría arquitectónica moderna. Sin embargo, la palabra tiene un específico sentido administrativo. Los nombres de las cosas, y de los proyectos, tienen a nuestro juicio un cierto espesor y no son meros “flatus voci” como querían los nominalistas. Una reflexión ésta que nos parece pertinente cuando el Distrito Quartier, se acerca a su fase conclusiva.

 

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