Durante la pandemia, que esperamos pronto quede atrás, nos vimos obligados al trabajo remoto y, a pesar de los inconvenientes, pudimos mantenernos activos. De todos modos, creemos que la presencialidad es irremplazable para un mejor ejercicio de nuestra profesión. Nuestro estudio tiene un tamaño pequeño, nunca fuimos más de diez o doce personas, y en él tratamos de implementar una metodología participativa, donde cada uno aporte lo suyo.Procuramos que el trabajo no circule por líneas paralelas, sino más bien que todos, en mayor o menor medida, estén al tanto de lo que ocurre y de las decisiones que se toman en cada proyecto.

La arquitectura es una profesión que a nuestro entender necesita de un intercambio permanente de perspectivas, y a la que siempre le es saludable el ejercicio de la crítica y un estado deliberativo casi permanente. Tratamos al mismo tiempo de conformar un grupo heterogéneo y de mezclar la experiencia con la frescura de los que recién empiezan a recorrer el camino. Quizá no sea la manera más eficiente desde el punto de vista práctico, pero estamos convencidos de que es la que produce mejores efectos. Una metodología que conserva algo de artesanal y que esperamos se refleje en nuestras obras.